«Porque yo soy del tamaño de lo que veo
Y no del tamaño de mi estatura.»
Frases como éstas, me parecen crecer sin voluntad que las hubiera dicho, me limpian de toda la metafísica que espontáneamente añado a la vida. Después de leerlas, me acerco a mi ventana que da a la calle estrecha, miro al cielo grande y a los muchos astros, y soy libre como un esplendor alado cuya vibración me estremece todo el cuerpo.
«¡Soy del tamaño de lo que veo!» Cada vez que pienso esta frase con toda la atención de mis nervios, me parece mis destinada a reconstruir consteladamente el universo. ¡Soy del tamaño delo que veo!» Qué gran posesión mental va desde el pozo de las emociones profundas a las altas estrellas que se reflejan en él y, así, de cierta manera, están allí.
Y ahora ya, consciente de saber ver, miro la vasta metafísica objetiva de todos los cielos con una seguridad que me da ganas de morir cantando. «¡Soy del tamaño de lo que veo!» Y el vago claro de luna, enteramente mío, empieza a viciar de vaguedad el azul medio negro del horizonte.
Tengo ganas de levantar los brazos y gritar cosas de un salvajismo ignorado, de decir palabras a los misterios altos, de afirmar una nueva personalidad vasta a los grandes espacios de la materia vacía.
Pero me reprimo y sereno.«¡Soy del tamaño de lo que veo!» Y la frase sigue siendo para mi el alma entera, apoyo en ella todas las emociones que siento, y sobre mí, por dentro, como sobre la ciudad, por fuera, cae la paz indescifrable del duro claro de luna que empieza ancho con el anochecer.
24-3-1930
Libro del desasosiego. F. Pessoa. ed.Seix Barral, Barcelona1996 pp123,124
Tal vez porque yo piense demasiado o sueñe demasiado, lo cierto es que no distingo entre la realidad que existe y el sueño, que es la realidad que no existe. Y así intercalo en mis meditaciones del cielo y de la tierra cosas que no brillan de sol ni se pisan con pies -maravillas fluidas de la imaginación.
Me doro con ponientes supuestos, pero lo supuesto está vivo en la suposición. Me alegro con brisas imaginarias, pero lo imaginario vive cuando se imagina. Tengo un alma para hipótesis varias, pero esas hipótesis tienen alma propia, y me dan por lo tanto la que tienen.
No hay problema sino el de la realidad, y ése es insoluble y vivo. ¿Qué sé yo de la diferencia entre un árbol y un sueño? Puedo tocar el árbol; sé que tengo el sueño ¿Qué es esto, en su verdad?.
25-7-1932.
F.Pessoa. Libro del desasosiego
ed. Seix Barral, Barcelona 1996
pp.149
300
Son siempre cataclismos del cosmos las grandes angustias de nuestra alma. Cuando nos llegan, en torno a nosotros se extravía el sol y se perturban las estrellas.En toda alma que siente llega el día en que el Destino representa en ella un apocalipsis de angustia -un volcarse e los cielos y de los mundos sobre su desconsuelo.
Sentirse superior y verse tratado por el destino como inferior a los ínfimos -quién puede vanagloriarse de ser hombre en tal situación.
Si un día pudiese yo adquirir un rasgo tan grande de expresión que concentrase todo el arte en mí, escribiría una apoteosis del sueño. No sé de un placer mayor, en toda mi vida, que el de poder dormir.El apagamiento integral de la vida y del alma, el alejamiento completo de todo cuanto es seres y gente, el no tener pasado ni futuro (...)
F. Pessoa
423- LAGUNA DE LA POSESIÓN------------------
Nada se penetra, ni átomos ni almas. Por eso nada posee nada.Desde la verdad hasta el pañuelo -todo es imposible.(La propiedad no es un robo :no es nada.)
F. Pessoa
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...Sentirlo todo de todas las maneras; saber pensar con las emociones y sentir con el pensamiento; no desear mucho sino con la imaginación; sufrir con coquetería; ver claro para escribir justo; conocerse con fingimiento y táctica; naturalizarse diferente y con todos los documentos; en suma, usar por dentro todas las sensaciones, quitándoles la cáscara hasta llegar a Dios; ( ... )
pp.49 F. Pessoa